Corría el año 2018 cuando todo era miel sobre hojuelas para el actual presidente de la República Andrés Manuel López Obrador. Luego de dos elecciones perdidas por fin se vislumbraba la victoria y no sólo eso, sino que por un amplio márgen, teniendo a su competidor más cercano Ricardo Anaya a más del doble de distancia en las preferencias de los votantes para la carrera presidencial. Así con un total de poco más del 53% del total de votos a favor de AMLO, contra el 22% de Anaya quien terminó segundo, no quedó lugar para dudas del resultado; el pueblo le dio una oportunidad histórica a la izquierda.
Hoy, 3 años después, el panorama ya no pinta igual. Las promesas de campaña, el verdadero cambio, el rescate de México y la cuarta transformación (4T) han sido títulos que la ciudadanía ya no cree, que se han convertido en simples mitos y que distan mucho del paraíso que se prometía al desaparecer la corrupción como por arte de magia y acabar con los beneficios que todo político gozaba para que el país ahora fuera del pueblo y no de sus gobernantes.
Nada más lejos de la realidad y de eso mismo se está dando cuenta el ejecutivo federal, tan es así que una vez que Ricardo Anaya Cortés declaró abiertamente sus intenciones de ser candidato presidencial en 2024 y comenzara una gira a lo largo y ancho del país para ganar tiempo e ir haciendo conocer su propuesta, se le cita para declarar en una audiencia acusado, entre otras cosas, de recibir sobornos para aprobar la reforma energética en el sexenio de Enrique Peña Nieto. Acusaciones que según la Fiscalía General de la República (FGR) provienen de Emilio Lozoya, quien es testigo protegido en el caso Odebretcht.
El mensaje parece claro: en esta ocasión Ricardo sí parece una amenaza potencial para los planes de sucesión presidencial de AMLO, por lo que es imperativo frenarlo a como dé lugar desde hoy para no maximizar los problemas en el futuro. Por un lado, Anaya decidió salir del país para evitar una persecución política que desemboque precisamente en su anulación como candidato en 2024 y por el otro Andrés Manuel que se empeña en desligarse del tema diciendo que esas acusaciones conciernen directamente a la FGR y, como es un organismo autónomo, él no tiene nada qué ver con la denuncia. ¿Será? ¿O será que el miedo no anda en burro?
Escuelas sin recursos
Por cierto, hablando de temas federales, con respecto a la educación en la Zona Centro de Coahuila, donde el jefe del ejecutivo sostuvo y volvió a sostener que por ninguna razón las clases presenciales se pospondrían a nivel nacional, las incongruencias son las primeras invitadas en este regreso a clases. Y es que tan sólo en esta región, de los 408 planteles educativos públicos, únicamente 23 de ellos tuvieron las ‘condiciones apropiadas’ para el regreso a clases híbridas. Lo anterior debido, primero, a la falta de acción que tuvo qué preverse con antelación, pero sobre todo por la falta de recursos destinados a ello. Se estima que se necesitan por lo menos 350 millones de pesos para la rehabilitación de todos estos planteles pero el Estado no cuenta con los recursos y la federación, aún cuando pregunta qué falta, nomás no afloja nada. ¿Así pues cómo?
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