Alcanzarán la máxima actividad, con unos cien meteoros por hora, aunque no todos serán visibles para el ojo humano.
Son partículas que en su mayoría no superan el diámetro de un cabello, proceden del cometa Swift-Tuttle y constituyen uno de los espectáculos astronómicos más populares del verano cuando, al colisionar con la atmósfera, desencadenan las "perseidas", una lluvia de estrellas que en los próximos días alcanzará la máxima actividad.
Las "lágrimas de San Lorenzo", conocidas así en algunos lugares por coincidir su máxima actividad con las noches anteriores y posteriores a esa festividad, convocarán durante los próximos días a científicos, aficionados a la astronomía y a personas interesadas en su observación en numerosos lugares del mundo.
Pero ni son estrellas ni son lágrimas. Son partículas de polvo, aunque algunos objetos pueden alcanzar el tamaño de un guisante y hasta el de una pelota de tenis, y al chocar bruscamente con la atmósfera terrestre se desintegran y emiten esa traza luminosa con apariencia de estrella fugaz.