Regreso a clases
El próximo 30 de agosto, según el decreto federal, iniciará el nuevo ciclo escolar de manera presencial por lo menos en nivel básico; 25 millones de alumnos estarán de vuelta en las aulas según lo previsto, aunque la incertidumbre en el tema de los contagios frente a la tercera ola del COVID-19 y los nulos protocolos establecidos por parte del Gobierno Federal y de la misma Secretaría de Educación Pública (SEP), hacen que todo esto parezca más un error que un acierto.
Si bien hace algunos meses la mayoría de los padres de familia estaban de acuerdo en que sus hijos volvieran a la escuela, la alta tasa de recientes contagios y el retroceso en el llamado semáforo epidemiológico de la Secretaría de Salud los han hecho reconsiderar esta opción. Tan es así que según una encuesta realizada por El Financiero en recientes semanas, 6 de cada 10 padres se oponen al regreso presencial y no es para menos.
Aún cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador declaró las clases presenciales como una actividad esencial, es decir que independientemente del estatus del semáforo epidemiológico las aulas no deben cerrarse, no significa que contemos con las condiciones para aventurarnos a un regreso masivo y aquí los datos para sostenerlo:
Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) se determinó en 2019 que 8 de cada 10 inmuebles educativos tienen condiciones mínimas de sanidad y con problemas inaceptables como lo es la ausencia de agua potable. Así, de los 257,825 planteles de educación básica que existen en México y de los cuales el 83% son de educación pública, llegamos a un alarmante número de 171,196 planteles sin el mínimo de requerimientos básicos, por lo que es difícil pensar que puedan implementarse y seguir protocolos sanitarios para hacer frente a una pandemia. Así de claro.
Cierto es también lo que Delfina Gómez, titular de la SEP, argumenta con respecto a la necesidad de nuestros niños de socializar, reducir el estrés provocado por estar tanto tiempo en casa y el desarrollo socioemocional que sólo se logran en un salón de clases con compañeros de carne y hueso. Sin embargo y por más que deseemos que todo vuelva a la normalidad, tal parece que nuestros mismos actos han marcado un claro retroceso que seguramente prolongará unos meses más el tan deseado regreso a clases presenciales.
En medio de una vacunación aún incompleta que se ha visto retrasada según los planes, agreguemos la irresponsabilidad de la ciudadanía al no seguir las recomendaciones que por todos lados escuchamos. Tal parece que la relajación fue nuestro nuevo verdugo y como ejemplo claro se muestra la ciudad de Mazatlán, la cual en esta temporada vacacional se vio totalmente reinfectada del virus y aún así camiones y camiones llenos de turistas partían con rumbo a dicha playa sin contar, siquiera, con el esquema completo de vacunación en el mejor de los casos.
Así pues aún cuando la educación se catalogó como actividad esencial tampoco significa que estemos obligados a llevar a nuestros niños a los planteles, ya que no hacerlo no se traducirá en sanciones para los alumnos hasta que la situación se normalice y es donde tendremos qué decidir haciéndonos la siguiente pregunta: ¿llevará usted a sus hijos a la escuela?
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