El Gobierno de Unidad Nacional (NUG) de Birmania, opositor a la junta militar, solicitó a Naciones Unidas asistencia humanitaria urgente para atajar la crisis derivada de la expansión de la covid-19.
El NUG, formado tras el golpe de Estado por políticos y activistas contrarios al régimen castrense, pide ayuda de emergencia para lidiar con la actual ola del virus "fuera de control con el número de muertos diarios al alza ante la mala administración de la junta militar", apuntó en una misiva a la ONU publicada anoche.
El grupo opositor, que se declara el gobierno legítimo y mantiene su lealtad con la depuesta líder birmana, Aung San Suu Kyi, denuncia que los datos oficiales emitidos por la junta militar son "la punta del iceberg" debido a fallos en la recogida de datos, las limitadas pruebas para detectar el virus y la escasa campaña de vacunación.
El domingo se registraron 5285 nuevos casos y 231 muertos, unos datos que según expertos médicos no reflejan la realidad, lo que asciende a 229.521 infectados, incluIdos más de 5.000 fallecimientos, desde el inicio de la pandemia.
"Los hospitales se están quedando sin camas y se niegan a aceptar pacientes con la covid-19. Hay informes sobre la creciente falta de suministro de oxígenos sanitario, así como la evidente e inhumana incautación de la producción de oxígeno por parte de las fuerzas de seguridad", acusa el NUG.
A pesar de que el líder de la junta militar, el general Min Aung Hlaing, asegurara la semana pasada que la producción de oxígeno sanitario es suficiente, los medios oficiales han reportado sobre problemas puntuales de suministro y en las redes sociales se pueden ver las enormes colas de gente esperando para comprar.
Este lunes, el diario oficialista The Global New Light of Myanmar publica en varias páginas interiores fotografías de camiones que transportan tanques de oxígeno, su reparto a hospitales y aseguran que han habilitado un barco de la Marina para subir la producción.
El NUG denuncia que los militares persiguen a los trabajadores sanitarios, quienes iniciaron tras la asonada una huelga indefinida y se niegan a trabajar bajo el régimen castrense, y utiliza la covid-19 como "un arma de guerra" contra su población.
El grupo argumenta de que la pandemia en Birmania podría derivar en una crisis regional y por ello urge a la comunidad internacional a actuar inmediatamente.
Por su parte, el Cardenal birmano Charles Maung Bo llamó a "trabajar juntos" y aparcar el conflicto interno para combatir la "ferocidad" de la pandemia.
"Miles están infectados, cientos son enterrados apresuradamente sin sus allegados en cementerios abarrotados. Día y noche nuestra gente espera oxígeno en las calles", describe el religioso en una carta
Tras más de cinco meses y medio de la sublevación militar, la junta no ha logrado controlar todo el país a pesar de la brutal represión contra la disidencia que ha dejado al menos 914 muertos a raíz de la violencia desatada por las autoridades, según cifras de la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos.
El Ejército birmano justifica el golpe por un supuesto fraude electoral en los comicios del pasado noviembre, en los que el partido liderado por Suu Kyi alcanzó una gran victoria, como ya hiciera en 2015, y cuyos resultados fueron considerados legítimos por los observadores internacionales.