Ambos países declararon el propósito de fortalecer su cooperación bilateral.
Bangkok,- El líder golpista birmano, Min Aung Hlaing, regresó al país tras una visita de una semana a Rusia, donde visitó una fábrica de armamento y estrechó lazos con uno de los pocos aliados que les queda tras el sublevamiento del 1 de febrero.
El general y la comitiva que se desplazó a Moscú llegó anoche en un vuelo especial con destino a Naipyidó para finalizar de su segunda salida conocido al extranjero desde la toma de poder, recoge este lunes el diario oficialista The Global New Light of Myanmar.
Durante su viaje, Min Aung Hlaing participó en un foro de seguridad, se reunió con altos mandos militares rusos y visitó la sede de la compañía Rosoboronexport, la empresa estatal destinada a la exportación de armamento.
Aunque no se ha informado sobre posibles acuerdos de compraventa de armas, ambos países declararon el propósito de fortalecer su cooperación bilateral tras la reunión entre el secretario de Consejo de Seguridad ruso, Nikolái Pátrushev, y el líder golpista birmano.
Por otra parte, el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, calificó a Birmania de "un socio estratégico probado y un aliado seguro en el sudeste asiático y la región del Pacífico" tras una reunión con Min Aung Hlaing, quien agradeció el apoyo del Kremlin.
Rusia, que no ha condenado el levantamiento militar, permanece como uno de los aliados más próximos de la junta militar birmana y uno de los principales suministradores de armamento, a pesar de que la Asamblea General de la ONU aprobó el 18 de junio una resolución que pide a los países evitar la venta de armas a Birmania.
El líder golpista defendió la sangrienta actuación de los uniformados y la calificó como un intento de "restaurar el sistema democrático que el Gobierno anterior desmanteló" durante su turno en la IX Conferencia Internacional de Seguridad de Moscú.
Tras casi cinco meses desde el golpe de Estado militar que terminó con la incipiente y joven democracia en Birmania, el Ejército no ha logrado controlar de todo el país a pesar de la brutal represión contra la oposición al mando castrense.
Al menos 883 personas han perdido la vida a raíz de la violencia desatada por las fuerzas de seguridad, que ha disparado a matar contra los civiles pacíficos, según cifras de la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos.
Algunos de los manifestantes han decidido tomar las armas contra el Ejército cansados de los pocos avances de las protestas pacíficas; mientras se han abierto o recrudecido a lo largo del país los enfrentamientos entre los militares y grupos rebeldes armados.
El Ejército birmano justifica el golpe por un supuesto fraude electoral en los comicios del pasado noviembre, en los que arrasó el partido liderado por la nobel de la paz Aung San Suu Kyi, como ya hiciera en 2015, y que fueron considerados legítimos por los observadores internacionales.