La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) integró una serie de dispositivos, creados por integrantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN), en un vuelo suborbital que despegó, la semana pasada, con rumbo al límite de la atmósfera.
Esta misión tiene como objeto conocer las condiciones del espacio cercano, para diseñar satélites capaces de prosperar en el exterior de nuestro planeta.
Rafael Prieto Meléndez, del Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología (ICAT) de la UNAM, expresó que las piezas transportadas al espacio, más próximo a la Tierra, son claves para la construcción de un nanosatélite que, próximamente, será instalado por el programa espacial estadounidense.
El proyecto de la NASA fue denominado como "Módulo Experimental para el Diseño Iterativo de Subsistemas Satelitales, versión 2".
El vuelo, ocurrido el 15 de junio, alcanzó los confines de la estratosfera con el apoyo de una plataforma suborbital, luego de partir desde uno de los centros de la agencia, con sede en Nuevo México, Estados Unidos (EU).
"El sistema que desarrollamos fue montado en una de estas plataformas y el martes pasado tuvo su vuelo", expuso el especialista en un comunicado.
De acuerdo con el científico, el módulo alcanzó una altura máxima de 36 kilómetros sobre el nivel del mar. Estuvo integrado, además, por otra serie de equipos generados por universitarios estadounidenses.
Entre los dispositivos, fabricados por investigadores mexicanos, se encuentra una computadora de abordo, una serie de sensores capaces de proporcionar información acerca de la temperatura, humedad, presión ambiental y radiación electromagnética del entorno.
Entre otros de los equipos probados se encuentran una unidad de medición inercial (IMU, por sus siglas en inglés), encargada de medir la velocidad, la orientación y las fuerzas gravitacionales del espacio.
Además, se utilizó un magnetómetro, así como la aplicación de paneles solares para captación de energía orbital.
Prieto Meléndez destacó que la simulación de este proceso proveerá a la NASA de los elementos suficientes para conocer las condiciones de vacío, temperaturas extremas y radiación cósmica que albergan a la ionosfera, la cual se extiende entre 80 y 500 kilómetros de altitud, por encima de la superficie terrestre.
Esta es la segunda ocasión en la que la NASA trabaja en conjunto de la UNAM y el IPN, al formar parte del programa Columbia Scientific Balloon Facility (CSBF).
¿Problemas de vuelo?
El integrante de la UNAM relató que el desarrollo del proyecto supuso un reto para la integración de los dispositivos que formarían parte del módulo. Esto se debió a la emergencia sanitaria por el Covid-19, que retrasó la ejecución de esta misión, programada para sobrevolar el año pasado.
"Esto hizo que cambiaran las condiciones en las que se realizaron los vuelos, pues no podría estar ningún miembro del equipo presencialmente cuando fuera integrado en la góndola para volar", recordó.
Ante esta situación, los universitarios modificaron el modelo de satélite, que en un principio, estaba conformado por paneles solares despegables. Fue así que incorporaron un sistema de menor tamaño con la capacidad de funcionar automáticamente. Los expertos instalaron un interruptor de encendido y apagado, ya que la ausencia de técnicos impediría el manejo manual del dispositivo.
"El propósito final es desarrollar satélites de carácter científico de tipo CubeSat que puedan ser puestos en órbita. En particular esta plataforma es parte de lo que llamamos el programa espacial TEPEU, que consiste en el desarrollo de satélites para estudiar la ionosfera y relacionar los fenómenos que ocurren ahí con eventos geofísicos que se presentan a nivel del suelo", pormenorizó.