Un nuevo estudio descubrió que el retraso entre la aplicación de la primera y segunda dosis de las vacunas antiCovid-19 aumentan hasta 3.5 veces los niveles de anticuerpos desarrollados por el sistema inmune, en personas de edad avanzada, con más de 80 años.
Las estrategias para sofocar la pandemia se encuentran en su punto más álgido. La aprobación de las vacunas y su aplicación masiva en la población mundial ha sentado las bases para esperar un futuro próximo con mayor certidumbre.
En este contexto, las autoridades sanitarias de todos los países han luchado por ajustar la aplicación de las vacunas, para favorecer a un mayor número de personas. Uno de estos casos es el de Reino Unido.
A finales de 2020, cuando la distribución de vacunas resultaba insuficiente para repartir en una región en específico, los reguladores británicos optaron en atrasar la administración de la dosis de refuerzo.
Este intento tuvo como objetivo maximizar la cantidad de habitantes inmunizados, al menos, con una cantidad parcial de anticuerpos, que redujeran la probabilidad de hospitalización y muerte en las personas contagiadas.
El "audaz experimento", como fue denominado por los investigadores en "Nature", dio indicios que el retraso de la segunda dosis, en vez de significar una decisión no deseable, produjo efectos positivos en la población inoculada que, en ese momento, se concentraba en personas mayores de 80 años.
Fue así como, un grupo de especialistas del Public Health England. en Londres, se dedicó a estudiar la respuesta inmune de los vacunados con tiempo de retraso, aseverando que sus anticuerpos habían aumentado más de tres veces, frente al grupo de la población inoculada oportunamente, después de tres semanas de recibir la primera dosis.
Las ventajas de postergar la segunda dosis de la vacuna
Esto fue posible luego de estudiar a 175 personas de más de 80 años, los cuales recibieron la segunda vacuna a 11 o 12 semanas, después de la primera dosis. Los investigadores midieron los niveles de anticuerpos desarrollados y la forma en que reaccionaron las células T, aquellas encargadas de mantener la estabilidad inmune una vez que el tiempo transcurre después de la vacunación.
Estas observaciones arrojaron que los anticuerpos alcanzaron niveles máximos 3.5 veces más altos, en las personas que esperaron 12 semanas para recibir la vacuna de refuerzo, frente a quienes esperaron solo tres semanas.
Los expertos notaron también que la respuesta máxima de las células T fue menor en los vacunados con un intervalo extendido. Sin embargo, esto no provocó que los anticuerpos descendieran más rápidamente en las nueve semanas posteriores, de haber recibido la inmunización completa.
"Este estudio respalda aún más un creciente cuerpo de evidencia de que el enfoque adoptado en el Reino Unido para retrasar la segunda dosis realmente ha dado sus frutos", declaró Gayatri Amirthalingam, epidemiólogo y coautor de la investigación.
Los estudiosos aseguraron que este es el primer trabajo que demuestra los efectos que producen intervalos de tiempo determinado, en torno a la aplicación de inóculos contra el Covid-19.
Los hallazgos, aseguraron, ayudarán a tomar decisiones con respecto a la programación de vacunas en otros países, pues la mayoría de estos tratamientos disponibles son suministrados en dos inyecciones.
Los autores del estudio señalaron que "los resultados son tranquilizadores, pero específicos de la vacuna de Pfizer". Esto implicaría otro problema de salud pública, ya que este tratamiento no está disponible en países de ingresos medianos y bajos.