Semana santa
Este año la Semana Santa comenzará la semana entrante y, para muchos, esta fecha, lejos de lo que religiosamente significa, es tomada como un periodo de descanso y relajación; en el colegio, las dos semanas de vacaciones que esta conlleva suponen un respiro para los pequeños y no tan pequeños del hogar.
En el ámbito laboral, si bien no es obligatorio, en muchas de las empresas ‘dan’ por lo menos el ‘viernes santo’ y en otras más ‘buena onda’, también medio día del ‘jueves santo’. Aunque claro está que, en algunas ni uno, ni otro, porque por ley la empresa no está en la obligación de marcar estos días como festivos y mucho menos pagarlos doble, si es que se laboran.
Sin embargo, cualquiera que sea el caso, Semana Santa es sinónimo de vacaciones y habitualmente, año con año, miles de turistas llegan a las playas del país para relajarse un poco del estrés laboral, estudiantil, etc. Pero desde el año pasado la cosa se tornó diferente; ya con un brote avanzado de coronavirus en México, muchas de las playas se vieron afectadas y cerraron sus puertas a los visitantes. Algunas otras permanecieron abiertas para no afectar la economía cuando no se sabía realmente qué impacto tendría con la pandemia.
Por aquellos meses la propagación del virus se daba escandalosamente rápido y los viajes de una entidad a otra suponían un verdadero riesgo, pero, como hasta hoy, muchos ciudadanos lo desestimaron e ignoraron las medidas que al inicio se establecieron haciendo caso omiso de las recomendaciones sobre los viajes innecesarios y/o de placer. Y es debido a esta irresponsabilidad civil que semana tras semana se fueron cerrando cada vez más y más establecimientos, sectores y giros.
Las consecuencias fueron claras y el costo bastante alto, pero eso es algo que no se toma en cuenta sino hasta que se ve hacia atrás y nos ponemos a pensar en que tal vez hubiese sido mejor haber acatado las medidas necesarias para evitar contagios innecesarios, sin embargo, a los mexicanos nos gusta siempre llevar la contraria y los resultados reflejan esta actitud en las cifras diarias de contagios y muertes que ya nos acostumbramos a leer por todas partes.
Así pues, vimos la gravedad del asunto y entonces sí comenzamos a ‘cuidarnos más’, aunque lamentablemente duró muy poco, ya que, para las fiestas decembrinas, tal vez pensando que el COVID tenía vigencia y terminaría el 31 de diciembre del año pasado, volvimos a relajar la guardia y las primeras semanas de este 2021 fueron catastróficas en cuanto a número de casos positivos se refiere, dando como resultado la tan mencionada segunda oleada de contagios.
Para este año, aún cuando las curvas de contagio hasta este momento han tenido una tendencia a la baja y la aplicación de la vacuna va lenta, pero avanzando, no puede descartarse para nada una tercera oleada que obligue a detener nuevamente nuestro regreso a la normalidad.
Volteemos hacia atrás y aprendamos de nuestros errores, disfrutemos en estas ‘vacaciones’ nuestros días en familia, reparemos las cosas que tenemos pendientes en casa y pasemos tiempo de calidad con nuestros seres queridos. Seamos conscientes y aportemos nuestro granito de arena para en un futuro cercano poder salir sin preocupaciones, ahora sí liberando todo el estrés que durante más de un año la pandemia nos ha generado con la pérdida de empleos, la contracción de la economía y el cierre de las escuelas.
Hoy, más que nunca, cuidémonos, que ya estamos en el último jalón.
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