Las imágenes nunca antes reveladas de este ataque, mostraron la gravedad de lo ocurrido.
El Senado de Estados Unidos revivió este miércoles su peor pesadilla y no sólo eso: le añadió nuevos detalles perturbadores, escalofriantes, aterradores. El equipo de congresistas demócratas encargados de actuar como fiscales en el juicio político contra el expresidente Donald Trump dedicó la primera jornada de su argumentación a reconstruir, metódica y ordenadamente, el asalto del 6 de enero al Capitolio del que acusan a Trump de haberlo incitado.
Las imágenes nunca antes reveladas de este ataque, provenientes de cámaras de seguridad del interior del edificio del Congreso, mostraron la gravedad de lo ocurrido y lo que pudo pasar de haber tenido éxito los manifestantes en su intento por toparse con los legisladores.
Imágenes de asaltantes con vestimenta militar, del proceso de evacuación del entonces vicepresidente Mike Pence y su familia hacia un lugar seguro. Mientras los policías pedían refuerzos, sobrepasados por la multitud violenta, los congresistas escapaban. Algunos senadores, como Mitt Romney, tuvieron que cambiar de rumbo, prevenidos por oficiales, para no chocar con los asaltantes. Los senadores, que actúan de jurado sobre unos hechos del que fueron víctimas, vieron las imágenes y grabaciones desde el mismo escenario que hace cinco semanas fue la escena del crimen. La exposición de hechos, la recreación detallada de lo sucedido, es el plan principal para meter a los senadores otra vez en aquel momento de terror que vivieron.
En paralelo a lo sucedido en la zona del Capitolio, los "fiscales" pusieron a la vez los tuits y videos de Trump de ese día: evidencia clara de la importancia que tuvieron las redes sociales para el expresidente —hoy usadas en su contra—, y demostración inequívoca de su inacción e instigación de los hechos. En palabras de Jamie Raskin, congresista que encabeza el equipo de la acusación, mientras el Congreso vivía en pánico Trump lo veía "como si fuera un programa de telerrealidad", satisfecho con lo que sucedía, haciendo caso omiso a todas las alarmas despertadas en la capital de EU.
Para los demócratas, todo se resume y se centra en demostrar que Trump fue el "instigador en jefe", y todas las pruebas llevan a ello. "La evidencia demostrará que Trump no fue un testigo inocente", avisó Raskin. Revivir la violencia y el miedo compartido entre todos formaba parte del plan de convencer de que lo sucedido era "previsible": sólo hacía falta seguir el plan deliberado construido durante meses en lo que expandió la "gran mentira" del "robo electoral".
Y precisamente esa es la gran tarea de los demócratas: demostrar que el horror vivido el 6 de enero fue provocado directamente por la retórica incendiaria del expresidente, y que su inacción para frenar la insurrección fue premeditada y consciente.
Según el congresista Joe Neguse, lo que hizo Trump fue simple y llanamente un "llamado a las armas" con "instrucciones específicas" para atacar el Congreso y detener el recuento de votos. "Nada es una coincidencia", añadió la demócrata Stacey Plaskett; "durante meses cultivó la violencia y la canalizó cuando vio lo que podía hacer su 'caballería'", resumió, recordando que los asaltantes clamaron que actuaban siguiendo las órdenes de Trump. "Nada de esto hubiera pasado si no fuera por Donald Trump", resumió, emocionada, la demócrata Madeleine Dean.
Pareció que, al menos en un inicio, el plan surtió efecto. "Han hecho un buen trabajo conectando los puntos", confesó John Thune, número tres de los republicanos en el Senado. Otra cosa es que las imágenes espeluznantes sirvan para condenar a Trump. Los primeros indicios apuntan a que aún hay suficientes republicanos que están dispuestos a exonerarlo de toda culpa. Sólo unos cuantos parecen dispuestos a ver las pruebas para decidir su voto.
"El lenguaje del presidente no se acerca al estándar legal de la incitación", resumió el senador republicano Ted Cruz. La gran mayoría de los diputados parece que ya han tomado la decisión, como si no les importara qué pruebas se le presentan. Según The Wall Street Journal, algunos senadores republicanos se dedicaron a dibujar mientras los demócratas presentaban las pruebas.
Horas antes de todo eso, con las mismas nulas perspectivas de éxito en cambiar de opinión a sus rivales conservadores, el número dos de los demócratas en el Senado, Dick Durbin, defendía la necesidad de mostrar lo que sucedió y la culpa que tuvo Trump en ese episodio. "No podemos permitir que reescriban la historia", sentenció. Este jueves los demócratas concluirán su presentación de alegatos.