Experiencia contra juventud, pero ambos son geniales
Estados Unidos. Siguen los preparativos y la conjeturas en donde dos generaciones chocarán en un estadio semi vacío para el evento deportivo más grande en los EE.UU.
Por la experiencia, ´para Tom Brady, no es más que otro Super Bowl; pero esta vez con el uniforme de Tampa Bay.
Y para su nuevo equipo, los Tampa Bay Buccaneers, una cita inédita como anfitriones, pero sin las ventajas que la condición de local suele ofrecer.
Como punto final de una temporada de la NFL marcada por la improvisación --una campaña trastocada pero que nunca claudicó por la pandemia de coronavirus-- no sorprende que la narrativa tenga más vericuetos.
A raíz de las restricciones imperantes por el Covid-19, el estadio de Tampa Bay apenas permitirá un cuarto de su capacidad cuando los Buccaneers reciban a los Kansas City Chiefs el 7 de febrero en el Super Bowl. En las casas de apuestas, los Chiefs parten como favoritos.
A sus 43 años, Brady ensanchará su récord al disputar su décimo Super Bowl. El eterno quarterback buscará ampliar otro récord al conquistar un séptimo título, pero será el primero en su nuevo hogar de Tampa Bay.
Su contraparte será Patrick Mahomes, la estrella de 25 años de los Chiefs que intentar revalidar la corona, algo que ningún otro mariscal de campo ha logrado desde --¿quién más?-- Brady, en las ediciones de 2003 y 2004 con los New England Patriots.
El choque será en el estadio Raymond James en Tampa, Florida, donde los Buccs de Brady serán el primer equipo en 55 años de historia del Super Bowl que saldrá a jugar en su propio emparrillado. “¿Quién se hubiera imaginado un Super Bowl en casa para nosotros? Pero lo logramos”, dijo Brady tras liderar a Tampa Bay a la victoria 31-26 sobre Green Bay Packers en la final de la Conferencia Nacional. Los Buccs se clasificaron a los playoffs como comodines, pero hilvanaron tres victorias en calidad de visitantes.
Pero la localía ya no tiene el mismo valor.
Este será el primer Super Bowl que se celebrará sin estadio lleno desde el primero, un Kansas City vs. Green Bay en el Coliseo de Los Angeles en 1967.
Como muestra de cómo la pandemia ha alterado todo, la concurrencia para el evento cumbre del deporte en Estados Unidos tendrá un límite de 22,000 asistentes en un estadio con aforo para 75,000. Empleados sanitarios que han sido vacunados recibirán 7,500 de los muy preciados boletos.