Varios miles de personas se manifestaron este sábado en Viena para protestar contra el confinamiento decretado por el Gobierno conservador-ecologista, en una marcha que juntó a conspiracionistas, negacionistas del coronavirus, movimientos de extrema derecha y neonazis.
El Ejecutivo dirigido por el democristiano Sebastian Kurz, a quien los manifestantes exigieron dimitir, está justo hoy estudiando con sus expertos extender el confinamiento, en principio previsto hasta el 24 de enero, debido a la incesante expansión de la nueva mutación británica del virus, más contagiosa, que aparentemente hace que el número de contagios no baje como se esperaba.
La de hoy fue de la primera manifestación multitudinaria de este tipo en Austria desde que comenzara la pandemia, ya que anteriormente las protestas contra las medidas de contención apenas habían sumado a unos cientos de personas.
Las cifras de asistentes, llegados de toda Austria, oscilan entre unos 10,000, según estimaciones de la agencia de noticias austríaca APA, y los 50,000, según los propios organizadores, que habían anticipado la participación de unas 30,000 personas.
Sin distancia física exigida ni mascarillas entre los asistentes, la manifestación aglutinó varias concentraciones en las plazas más céntricas de la ciudad, protagonizadas por un grupo muy heterogéneo de personas.
"Solo queremos amor, nos distanciamos de la extrema derecha y extrema izquierda", declaró a Efe un manifestante en la histórica Heldenplatz (Plaza de los Héroes), donde se pudo ver bailes, abrazos y conciertos, algo que contrastaba con las banderas austríacas de los movimientos neonazis, de extrema derecha y conspiracionistas que se manifestaban apenas a unos cientos de metros.
Además, la policía vienesa informó de que, tal y como anunciaron durante toda la semana medios austríacos, manifestantes antifascistas acudieron también para enfrentarse a los movimientos de extrema derecha, aunque la policía logró impedir un enfrentamiento directo entre los grupos.
Austria ha registrado más de 7,000 muertes desde que comenzara la pandemia en marzo, y la incidencia acumulada en 7 días, tras casi un mes de confinamiento, sigue siendo alta, con unos 130 casos por cada 100,000 habitantes, lejos del valor deseado de 50.