Portugal vive hoy su primer día confinado de nuevo, una medida que busca frenar los récords de contagios y muertes que está dejando la tercera ola de covid, aunque manteniendo abiertas escuelas y el comercio de bienes de primera necesidad, lo que ha generado estampas de tráfico intenso en las primeras horas.
Desde la medianoche y previsiblemente durante un mes, algo más de diez millones de portugueses vuelven a tener como consigna quedarse en casa, salvo excepciones, como ya ocurrió la pasada primavera.
Esas excepciones son trabajar (aunque es obligatorio el teletrabajo siempre que sea posible), hacer compras, ir al médico, asistir a ancianos o dependientes, hacer deporte al aire libre individualmente o pasear en la zona de residencia.
Hay, sin embargo, una novedad importante con respecto al confinamiento de marzo de 2020: todos los centros educativos están abiertos, desde guarderías hasta universidades.
Además, tiene permiso para abrir todo el comercio de bienes considerados de primera necesidad, desde tiendas de alimentación hasta establecimientos de cosméticos e higiene, de electrodomésticos y electrónica, de periódicos, estancos, floristerías, lavanderías, ferreterías y gasolineras.
Y también los consultorios médicos, los dentistas, las tiendas de productos médicos -por ejemplo ortopédicos-, los veterinarios, las funerarias, los bancos, los tribunales, los hoteles, las empresas de alquiler de vehículos, los servicios de seguridad y de reparaciones. Incluso las loterías.