La violencia tribal en Sudán de Sur, que se ha disparado en los últimos cuatro años, se cobró durante 2020 la vida de más de 2,400 civiles, aseguró este lunes la Organización para el Empoderamiento de la Sociedad Civil.
“Durante el año 2020, más de 2,400 civiles fueron asesinados en diferentes partes del país por la violencia producida entre las comunidades pastorales locales debido al robo de ganado y a los ataques por venganza”, declaró a Efe el presidente de esta ONG, Edmond Yakani.
El activista alertó de que desde 2017 se ha intensificado la violencia tribal, algo que atribuyó a la falta de oportunidades laborales para los jóvenes en las comunidades rurales del país.
Recriminó al Gobierno sursudanés por no plantear un plan claro para desarmar a los civiles en las áreas de los enfrentamientos y no trabajar para brindar la seguridad necesaria en dichos territorios.
Según Yakani, la mayoría de los actos de violencia tribal se produjeron en los estados de Warab y Lagos, en el centro el país, seguidos por los de Junqali (este), Ecuatoria Oriental y Ecuatoria Central (ambos en el sur).
A mediados del año pasado, el Gobierno intentó realizar una campaña para desarmar a los ciudadanos en las zonas de Warrap y Tonj tras la propagación de la violencia y el aumento del robo de vacas, pero la campaña se canceló por la resistencia de grupos de jóvenes armados y el alto número de muertes.
La violencia armada se está extendiendo en gran parte de Sudán del Sur debido a la extendida tenencia de armas entre los pastores, y su uso en el abigeato y en las acciones de venganza entre tribus, especialmente entre las poblaciones de Jungali y Lagos.
La violencia tribal llevó incluso a varias organizaciones humanitarias que operaban en el estado de Jungli a suspender sus actividades debido a los ataques contra sus empleados y el saqueo de sus sedes y propiedades.
El retraso en proceso de paz, que arrancó en agosto de 2018 tras más de cuatro años de conflicto entre el Gobierno y las milicias rebeldes, la pandemia de la covid-19 y unas inundaciones excepcionales han contribuido en el último año a aumentar la inestabilidad en este país que se independizó de Sudán en 2011.