Pese a abandono en Puebla
México. Rubén Rovelo se subió al toldo de su auto y extendió los brazos al cielo con los ojos cristalinos. Tuvieron que pasar 12 desde su debut en NASCAR México para que por fin se convirtiera en campeón, lo logró tras una temporada en la que arrasó con cinco triunfos en 12 fechas pero sin la posibilidad de romper el récord de efectividad al quedar fuera de la carrera en la última prueba en el Autódromo Miguel E. Abed de Puebla, debido a un problema en el motor.
El piloto de 33 años se impuso en el 41.6 por ciento de las fechas de la comprimida temporada 2020 debido la pandemia de Coronavirus y solo necesitaba dar un giro al óvalo poblano para consagrarse como nuevo monarca del serial. Tan pronto el volante del auto 28 de Alessandros Racing completó la vuelta, por el radio sus compañeros comenzaron a felicitarle y solo se dedicó a tratar de conseguir el récord de seis triunfos.
Pero Rovelo tuvo un problema en el motor de su carro apenas pasada la mitad de la competencia, por lo que provocó una bandera amarilla y tuvo que abandonar la pista del óvalo de Amozoc. El capitalino se quitó el casco y se retiró cabizbajo, sin embargo, tan pronto terminó la carrera ganada por Abraham Calderón, quien hizo ondear la última bandera a cuadros del fatídico año, regresó para celebrar arriba de su fiel compañero número 28 rodeado de sus compañeros de equipo.
Bañado en champagne y entre los gritos de “¡Oé, oé, oé, oé; Rubén, Rubén!”, Rovelo estalló de júbilo y no paró de saltar sobre el asfalto y luego arriba de su auto para sellar la victoria más dulce de su trayectoria en el deporte motor. Apenas a unos metros estaba el carro número 2 de Calderón dando los tradicionales giros en pista tras ganar la carrera para así superar a Rubén García Jr y a Salvador de Alba Jr.
Las tribunas vacías para cumplir con las normas de distanciamiento social provocaban que —como a lo largo de la temporada— los sonidos de los autos causaron un eco ensordecedor; desde el poderoso rugido de los motores hasta el chillido provocado por el cambio de llantas en los pits retumbaban con fuerza. Pero ningún ruido fue más sonoro que el Rovelo rodeado por su equipo para celebrar un triunfo tan histórico para él como para un serial que supo sobrevivir a los estragos de una pandemia.