La noche apenas empieza y en la Zona Centro de Monclova, una actividad cotidiana vuelve a iniciar, como todos los días.
En las afueras de un hotel, de los llamados “de paso”, se encuentra una mujer, su sugerente vestido y abundante maquillaje denotan su oficio, ella se hace llamar Scarlett y en principio se niega a charlar con El Tiempo, pero al rato accede, pues “qué puedo perder ya”, dice.
Comenta que es originaria de Piedras Negras, donde vivió junto a sus padres hasta que ellos se separaron, su mamá se fue a Reynosa a vivir con otro hombre y su padre se perdió en el alcoholismo, fue entonces que junto a su hermano se fueron a vivir con una tía, pero las cosas no fueron nada sencillas.
Las capas de maquillaje no consiguen ocultar las huellas del tiempo, con semblante triste y una mirada huidiza, comenta que siempre quiso haber sido doctora, “pero la vida no fue justa conmigo y así terminé en esta profesión”.
Scarlett es una mujer que desde hace mucho tiempo se dedica a la vida galante, ella menciona que lo hizo por verdadera necesidad. No tenía otra opción para mantener a sus dos hijas.
Comenta que no pudo terminar la primaria, ya que desde muy chica tuvo que empezar a trabajar en lo que fuera.
Era su obligación porque ella y su hermano vivían de “arrimados”.
Cuando estaba a punto de cumplir sus 17 años, empezó a ejercer la prostitución y a los pocos meses quedó embarazada y desde entonces se quedó ejerciendo ese oficio.
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