La vida de Diego Armando Maradona

Un repaso de década en década

Argentina. Pelusa nació el 30 de octubre de 1960, en el Policlínico Evita de la ciudad de Lanús. Es hijo de Doña Tota (Dalma Franco) y Chitoro (Diego Maradona). “Yo crecí en un barrio privado... privado de luz, de agua, de teléfono”, dijo el Diez en más de una oportunidad sobre Fiorito, el barrio en el que pasó toda su infancia y el inicio de su adolescencia. Los 10 años lo encontraron jugando al fútbol en Argentinos Juniors, donde llegó gracias a Goyo Carrizo, quien le dijo al formador Francis Cornejo: “Profe, tengo un amigo que es mejor que yo, ¿lo puedo traer la semana que viene?”.

Tras la autorización de Don Diego, el pequeño Maradona se probó en Parque Sarmiento y deslumbró a todos. "Seguro que sos clase '60?, le preguntó Cornejo, que no podía creer su edad. Una vez instalado en el Bicho formó parte de un histórico equipo de juveniles llamado “Los Cebollitas”, que mantuvieron un invicto de 138 partidos. De esa época es también el inolvidable video en el que expresa: “Mis sueños son dos. Mi primer sueño es jugar el Mundial y el segundo es salir campeón de Octava”.
A los 20, Pelusa ya era conocido por todos. Venía de su primera gran frustración profesional, cuando César Menotti decidió no convocarlo para formar parte de Argentina 78. Sin embargo, un año después tuvo una linda revancha a darle el primer Mundial Sub 20 a la Albiceleste en Tokio. Allí brilló junto a Ramón Diaz y fue elegido Balón de Oro del torneo. Lo que vendría en el corto plazo, luego de cumplir dos décadas, sería nada más y nada menos que Boca Juniors.

Del ’80 al ’90 pasó a ser la máxima figura del fútbol y una de las personas más famosas del mundo, con todo lo que eso implica. Su actuación en México lo dejó en la historia de este deporte y justo antes de cumplir 30 casi se convierte bicampeón en Italia, donde venía de dar sus mejores conciertos con la camiseta del Napoli. Una polémica final ante Alemania lo dejó en las puertas de su segunda Copa, pero de todas maneras ese plantel fue recibido por una multitud en la Casa Rosada.

Un año antes, a sus 29, había formalizado su largo noviazgo con Claudia Villafañe con una boda sin igual celebrada en el Luna Park de Buenos Aires, con 1.200 invitados, para los cuales alquiló un avión privado, ya que muchos llegaron desde Europa. Ante las críticas por el festejo, Diego hizo de las suyas ante los micrófonos: “Y sí, soy cabecita negra. Nunca renegué de mis orígenes... Les duele que haya hecho una fiesta así”.
A los 40 su vida era otra. Se había retirado de la actividad profesional hacía ya tres años, venía de estar internado gravemente en Punta del Este, por una hipertensión derivada de su adicción.

Diego peleó por su vida en Uruguay y luego tomó la decisión de mudarse a Cuba para afrontar su recuperación en la clínica Las Praderas. Allí forjó su amistad con Fidel Castro, a quien se tatuó meses después. En 2001 llegaría su despedida en La Bombonera, donde lo acompañaron grandes figuras el fútbol.

Con 50 años su realidad había vuelto a cambiar por completo una vez más. Era abuelo de “Benja”, hijo de Gianinna y el Kun Agüero, y venía de dirigir a la Selección Argentina en Sudáfrica 2010, Copa del Mundo a la que se clasificó de forma agónica con el recordado gol de Martín Palermo ante Perú. En el Mundial ganó los cuatro primeros partidos y cayó eliminado luego de una dura derrota por 4 a 0 frente a Alemania en cuartos. Su salida de la Albiceleste fue con otra de sus frases inolvidables: “Grondona me mintió y Bilardo me traicionó”.

Los 60 lo encontraron recorriendo las canchas del fútbol que lo formó. Pelusa recibió homenajes en cada uno de los estadios que visitó junto a su Gimnasia de La Plata. Así se fue, abrazado por el amor de todo un pueblo.

 

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