De cosas varias. Buen fin: ¿comprar o no?

 

Buen fin: ¿comprar o no?


Desde noviembre de 2011 comenzó en México la imitación del ‘Black Friday’ gringo; un fin de semana en el que los comercios supuestamente bajan considerablemente sus precios para así generar flujo de efectivo y por consiguiente una derrama económica en la que ambas partes, tanto compradores como vendedores, se ven beneficiados. 
En teoría suena bonito, aunque siempre he tenido mis dudas con respecto a los precios que manejan algunos comercios, ya que comprobado está que en ocasiones los incrementan unos días antes para, al aplicar el descuento, la baja en el precio sea visible, aunque terminemos pagando el precio real.
Por otro lado, no cabe duda que la mayoría de los comercios independientes sí aplican verdaderos descuentos que realmente benefician al consumidor y, al vender más, también al que vende. Sin embargo, con la llegada de estas ventas de locura, los consumidores también se han ramificado en dos tipos: los que compran por comprar, creyendo que tienen ofertas inconseguibles en cualquier otra época del año y además endeudándose para conseguirlas, y los que prudentemente ven las necesidades que se tienen y si el costo-beneficio es suficiente para adquirirlas.
Definitivamente los segundos no son mayoría, pero sí que los hay.
Incluso algunas empresas adelantan parte del aguinaldo a sus trabajadores para que ‘aprovechen’ las ofertas que sólo el Buen Fin les ofrece y con esto se comienza con la derrama económica previa a la época navideña.
Claro está entonces que ya con 10 ediciones en nuestro país, el viernes negro mexicano es catalogado como una de las épocas de compras más esperadas del año para los ciudadanos que la han adoptado devotos a ella. Pero, ¿vale realmente la pena gastar lo que no tenemos para conseguir algo que tal vez no necesitamos?
En otros tiempos fuera de pandemia, con economías y trabajos estables, con oportunidad de proyección en inversiones para estas fechas, pero además con consciencia del uso que le vamos a dar a los artículos que hipotéticamente compraremos, me parece que sí, porque sería un gasto pensado, no sólo un arrebato por tener algo que pensamos que queremos, pero que tal vez dejaremos de usar al poco tiempo.
Pero este año no, este año es diferente. Con la economía azotada por la crisis en que nos ha hundido la poca actividad comercial, resulta difícil pensar en gastar cuando la población, de inicio, se quedó sin empleos, los negocios están en quiebra, la afluencia a establecimientos hoy más que nunca debe ser lo más restringida posible y lo más importante: no se ve para cuándo vaya a terminar con esto.
Claro está que no todos están en la misma situación y cierto es también que hoy por hoy los comercios independientes (que aún quedan) son los que más necesitan de ventas. Sin embargo, sin tener una certidumbre económica en lo familiar, me parece que lo más prudente es analizar bien las necesidades y la solvencia que tenemos para pagar lo tan anhelado durante el año, tomando en cuenta que en aproximadamente un mes más, estaremos en la misma situación tratando de comprar los regalos de navidad que tantos rostros felices generan.

Entonces ¿compramos o no compramos?
La respuesta será siempre muy dividida: si la solvencia económica no representa un problema, no veo objeción alguna en adquirir los gustos que deseemos aprovechando las ofertas. De lo contrario, me parece más prudente considerar una pausa para poder estar bien tanto en lo económico como en lo saludable y cerrar el año acompañados de nuestras familias pasándolo lo mejor posible.
¿No cree?

Twitter: @rockrdz
E-mail: lrodriguez@eltiempomonclova.mx

 

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