Palestina sigue registrando más de 500 casos diarios y teme una tercera ola

Palestina, con unos cinco millones de habitantes, registra una media de más de medio millar de casos diarios de COVID-19 en las últimas semanas. Gran parte de población no está sujeta a duras restricciones y la curva sigue relativamente estable, pero se teme el golpe de una tercera ola en invierno.

Con poco más de 69,000 infecciones -unas 8,000 aún activas- y 583 fallecidos desde el inicio de la pandemia, el impacto del virus en los territorios palestinos ha sido más bien moderado. Sin embargo, estos días hubo un ligero aumento: ayer y el pasado lunes hubo más de 700 positivos, una cifra no registrada desde septiembre.

Asimismo, el número de test hechos a diario es más bien reducido -entre 4,000 y unos 5,500 esta última semana- y las autoridades alertan sobre los efectos dañinos que podría tener un nuevo rebrote.

En Cisjordania -donde hubo un cierre total en julio que se extendió varias semanas por una segunda ola- la vida sigue con relativa normalidad: tiendas, bares o restaurantes están abiertos, y las restricciones son pocas.

Sin embargo, el presidente, Mahmud Abás, extendió esta semana por 30 días el Estado de emergencia -una medida que viene decretando desde marzo- ante la posibilidad de que la situación empeore.

El primer ministro, Mohamed Shtayeh, pidió ayer a las fuerzas de seguridad que refuercen controles y medidas punitivas contra personas y establecimientos que violen los protocolos para la contención del virus, informó la agencia oficial de noticias Wafa.

Shtayeh recordó la prohibición de celebrar bodas y funerales, y advirtió que se procederá al cierre de cafés y restaurantes que no cumplan con las reglas. También ordenó que las oraciones en las mezquitas del viernes -principal día de rezo musulmán- se hagan con estrictas medidas higiénicas y de separación, y que los sermones no duren más de 15 minutos.

Gaza, bloqueada por Israel y bajo control del movimiento islamista Hamás, sigue sujeta a un toque de queda desde las ocho de la tarde hasta las seis de la mañana, pero el cierre impuesto a finales de agosto tras la detección de los primeros contagios locales se ha levantado en gran medida, y solo quedan aisladas algunas localidades y barrios del norte del enclave con altos índices de morbilidad.

La franja -con unos dos millones de habitantes y un precario sistema sanitario- no ha llegado a superar en todo este tiempo los 300 casos diarios, y ha podido contener con cierta efectividad la propagación de la pandemia. A estas alturas, casi 3,000 contagios permanecen activos y acumula un total de 37 muertos, pero Sanidad no considera que la situación esté fuera de control.

En Jerusalén Este -ocupado y anexionado bajo jurisdicción israelí- la realidad es distinta: los 350,000 palestinos de la parte oriental están sujetos a severas restricciones impuestas por Israel desde que decretó su segundo confinamiento a mediados de septiembre.

La desescalada comenzó hace unas semanas, pero es más bien lenta: bares y restaurantes permanecen cerrados, la vida social en la urbe se ha reducido al mínimo y tras un mes y medio de cierre, los negocios no esenciales de calle podrán abrir este próximo domingo. 

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