CIUDAD DE MÉXICO.- El ingeniero químico Mario Molina, ganador del premio Nobel de Química 1995 por su trabajo en la química de la atmósfera, particulamente en lo que respecta a la formación y desintegración del ozono, murió a los 77 años de edad a causa de un infarto. Estas son 10 cosas para conocer más de él.
1. Su padre, Roberto Félix Molina Pasquel, fue abogado, interesado en el derecho internacional y fue asesor de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Aunque deseaba acompañarlo a sus viajes internaciones, sus estudios universitarios no se lo permitieron.
2. Se interesó en la química desde que era un niño, le encantaban los juegos de química y convirtió uno de los baños de su casa en un laboratorio.
3. Su tía Esther fue química y fue ella quien lo motivó a hacer experimentos durante su niñez.
4. Su madre, Leonor Henríquez, falleció cuando él tenía sólo 3 años de edad.
5. En su niñez y adolescencia también estudió violín. En algún momento de su juventud temprana, pensó en dedicarse a la música.
6. En su juventud estaba interesado en la física y en la química, pero no existían carreras universitarias, por eso entró a la UNAM, pero para estudiar ingeniería química, que era lo más cercano a sus intereses científicos.
7. Tras sus estudios en la UNAM, realizó estudios de posgrado en la Universidad de Friburgo, Alemania, a finales de los años 60. Fue a Alemania para entender la naturaleza de las reacciones químicas y comenzó a trabajar en los polímeros.
8. Hizo el doctorado en Fisicoquímica de la Universidad de California, Berkeley, en Estados Unidos, porque deseaba regresar al origen de su interés en la física y en las matemáticas.
9. Fue asesor científico de Barak Obama, con quien terminó forjando una gran amistad. Además de cuestiones climáticas, también fue asesor en investigaciones sobre el cerebro humano, inteligencia artificial y ataques cibernéticos.
10. Fue coautor, junto con F. S. Rowland en 1974, del artículo original prediciendo el adelgazamiento de la capa de ozono como consecuencia de la emisión de ciertos gases industriales, los clorofluorocarburos (CFCS), que les mereció el Premio Nobel de Química.