La campaña asegura que ahora que Trump se contagió tiene la "experiencia" necesaria para entender a quienes han sido víctimas de COVID-19.
Donald Trump aseguraba el domingo haber comprendido qué significaba tener Covid-19; que asistir a la "verdadera escuela" del contagio le había abierto los ojos y ahora captaba y entendía su significado, e iba a compartir su aprendizaje.
Este lunes, sin embargo, demostró no haber aprendido nada y que sólo lo mueve su interés personal y electoral. Trump trasladó su nula gestión de la pandemia a su propia persona, a su "viaje interesante" con el coronavirus en el cuerpo. Cuatro días después de anunciar que dio positivo y tres días luego de haber ingresado a un hospital militar, obviando todas las recomendaciones de los expertos y todavía infectado, abandonó el centro médico para regresar a la Casa Blanca.
Trump se organizó una salida a su medida, programándola cuando los noticiarios estaban en vivo. Cada paso que dio fue la demostración de que Trump entendió el regreso a la Casa Blanca como un movimiento publicitario, una oportunidad de oro para presentarse como un líder invencible que derrotó al "enemigo invisible". Un coronavirus que, a decir por lo que mostró, no es tan mortal como parece, totalmente aniquilable con medicamentos y tratamientos experimentales.
"No tengan miedo al Covid, no dejen que domine sus vidas", tuiteó horas antes de su dramática salida. Saludó como si no pasara nada; lo primero que hizo al llegar a la Casa Blanca fue posar desde el balcón del pórtico sur —emulando los discursos de dictadores y líderes populistas desde palacios de gobierno—, quitarse el tapabocas y hacer el saludo militar para despedir al helicóptero que lo llevó de vuelta a la residencia.
Ya en la Casa Blanca publicó dos videos: uno de su llegada triunfal, con música pomposa, y otro con un mensaje a los estadounidenses, en el que volvió a minimizar la pandemia y jugó con la idea de que "quizá soy inmune, no sé", como si se hubiera convertido en un superhéroe. Una pose propagandística con la que ilustra su presidencia y una supuesta victoria ante la peor crisis a la que se ha enfrentado.
Trump regresó a su residencia por su insistencia de abandonar el hospital, aunque sigue en tratamiento médico y los doctores no dan datos importantes sobre cómo va, si hay algo anormal en los tests, cómo han salido las radiografías de sus pulmones, cuál es la carga viral que tiene. Lo que sí confesaron es que no está fuera de peligro. "Estamos en territorio un poco inexplorado", dijo Sean Conley, doctor del presidente. "Si podemos llegar hasta el lunes con él igual o mejorando todavía más, entonces podremos respirar aliviados", añadió.
La idea de contenerlo en aislamiento en la residencia presidencial, como tocaría con un paciente activo de Covid, parece una premisa ingenua. Minutos antes de abandonar el hospital, Trump anunciaba a sus seguidores que volverá a los mítines "prontou".
Es como si para Trump el contagio de coronavirus, incluyendo haber sufrido una baja del nivel de oxígeno dos veces, las fiebres y la tos, fuera una odisea necesaria para tener un arma de cara a su reelección.
Su equipo está usando el caso como un elemento positivo. Minimiza el riesgo de un contagio mostrando a un Trump vencedor y fortalecido —al menos de cara a la opinión pública—, con el propio presidente asegurando que se siente "mejor que hace 20 años". Pareciera que incluso anima a la gente a contagiarse para, después de pasar por el hospital, rejuvenecer y recuperar energía.
La campaña asegura que ahora que Trump se contagió tiene la "experiencia" necesaria para entender a quienes han sido víctimas de Covid, algo que Joe Biden, su rival en noviembre, "no tiene".
Trump aspira a volver a la normalidad absoluta lo antes posible gracias al "progreso increíble" con el que, según su jefe de gabinete, Mark Meadows, ha evolucionado en su lucha contra el coronavirus. "Está listo para volver a su agenda normal", aseguró.
El jefe de campaña, Tim Murtaugh, confirmó a la CNN que la intención es que el presidente esté en el debate programado para el día 15 en Miami.
También se mantiene el enfrentamiento entre los aspirantes a la vicepresidencia, Mike Pence y Kamala Harris, este miércoles. Tras mucha negociación y a pesar de la negativa del republicano, ambos estarán separados por una mampara de plexiglás para evitar contagios: Pence, a pesar de su examen negativo, ha estado en contacto con muchos funcionarios que han dado positivo, lo que lo obligaría a aislarse y hacer una cuarentena que se ha negado a cumplir. "Si la senadora Harris quiere poner una fortaleza a su alrededor, que lo haga", se burló Katie Miller, vocera de Pence, aunque ella se contagió en mayo.
El país llegó a las 210 mil muertes y está por superar los 7.5 millones de contagios. La Casa Blanca ya se ha consolidado como foco de contagio: son al menos una treintena de personas cercanas al presidente las que han dado positivo, incluida su vocera Kayleigh McEnany y dos de sus funcionarios de comunicaciones.
La única voz cuerda en medio de la locura fue la del candidato presidencial demócrata Joe Biden, quien subrayó: "Los cubrebocas importan. Salvan vidas".