El líder opositor ruso Alexéi Navalni publicó este sábado en su cuenta de Instagram una fotografía en la que se le ve bajando una escalera, con un comentario sobre la marcha de su recuperación en el hospital universitario de La Charité de Berlín.
"Os cuento cómo va mi recuperación. Ya es un camino claro, aunque queda mucho. Los problemas actuales, que el teléfono en mis manos es inútil como una piedra o que servirme un vaso sea casi una proeza, son una nimiedad", narra el opositor, que según los médicos alemanes fue envenenado con un agente nervioso del grupo Novichok.
Navalni cuenta que hasta hace muy poco no reconocía a las personas ni podía hablar.
"Cada mañana venía el médico y me decía: Alexéi, traje una pizarra, inventemos qué palabra podemos escribir en ella. Esto me desesperaba, porque, aunque yo entendía qué quería el doctor, no sabía cómo encontrar la palabra", añade.
El opositor ruso indica que ni siquiera podía expresar su desesperación y permanecía callado.
"Ahora soy un chico al que le tiemblan las piernas cuando baja por una escalera, pero que piensa: '¡Es una escalera! Por ella se sube. Pues, habrá que buscar un ascensor'", añade.
Navalni admite que quedan muchos problemas por resolver, pero que los médicos alemanes lo convirtieron de una "persona técnicamente viva" en "alguien que puede nuevamente devenir en una Forma Superior del Ser de la Sociedad Actual que puede hojear rápidamente Instagram y entender sin dilación donde poner un 'me gusta'".
El 20 de agosto pasado Navalni sufrió un colapso durante un vuelo de Siberia a Moscú, lo que forzó un aterrizaje de emergencia en Omsk, donde recibió tratamiento en un hospital local.
Los médicos rusos que lo trataron aseguraron no haber encontrado rastros de envenenamiento y atribuyeron el colapso a problemas de metabolismo.
Posteriormente, por solicitud de la familia y de sus colaboradores, y bajo la autorización del Gobierno alemán, Navalni fue trasladado a Berlín.
Ya los primeros exámenes realizados mostraron indicios de envenenamiento, por lo que se solicitó la cooperación de un laboratorio especializado del Ejército alemán, que confirmó que fue envenenado con un agente nervioso del grupo Novichok, un arma química desarrollada en la Unión Soviética.
Los resultados de los análisis realizados en Alemania fueron corroborados de manera independiente por laboratorios de Francia y Suecia.