La vida después de la pandemia de Covid-19 no será lo mismo para nadie, y el luchador profesional Romano García es un buen ejemplo de eso.
Con los gimnasios cerrados, los eventos cancelados, y sobretodo, la falta de condiciones de seguridad para luchar inexistentes, el gladiador volteó a otro lado para sobrevivir. "La familia me invitó a tomar parte de una farmacia, como dispensador de productos, algo nuevo totalmente para mi. Pero lo hice porque hay ciclos que se terminan y debemos salir adelante".
Paso de la violencia en el ring, a la paciencia tras el mostrador, "me siento contento y decidido. Me sorprende lo que he evolucionado".
El coronavirus lo marcó de forma inesperada, se vio muy enfermo y aunque está recuperado, no quiere volver pronto al ring. "Me da miedo, es algo que no le deseo a nadie. No quiero arriesgarme, ni a mis compañeros, tampoco a los aficionados".