El Tiempo, la red y tú

Twitter cuenta con 340 millones de usuarios activos cada mes, Facebook con 2,603 millones e Instagram supera los mil millones. Ninguno de ellos es completamente anónimo.

Además de permanecer con perfiles y contenidos públicos, al menos para ciertos otros internautas, las redes sociales han sabido incorporar herramientas que anteriormente parecían lejanas, como la inteligencia artificial, a labores que van desde los “chatbots” hasta el “Edgerank”, el tan útil y a la vez temido algoritmo de Facebook, que determina el contenido más visible para los usuarios, con base a sus propios comportamientos en la red.

Así también, esos usuarios han sabido aprovechar la oportuna posibilidad que dan las redes sociales para volverse punto central de información, y han sabido llevar tendencias virales de tales plataformas hasta convertirlas en movimientos sociales con un importante impacto en la agenda pública.

Ejemplo de esto, es el empuje político que generó recientemente el #BlackLivesMatter en Estados Unidos, con la muerte de George Floyd, cuya presión social tiene a su homicida, Dereck Chauvin, tras las rejas.

O en el caso nacional, el impulso que dieron “las benditas redes sociales”, como él mismo las llamó en su toma de posesión, al movimiento de Andrés Manuel López Obrador, quien ganó la batalla en el escenario virtual y se alzó a la Presidencia de México.

Sin embargo, precisamente en este punto del caso mexicano, los usuarios también fueron testigos de la cara oscura de las redes sociales por las llamadas “fake news”, que con el uso de “bots”, son capaces de arraigarse al enunciado de Joseph Goebbels y tratar de volver verdades las mentiras, aprovechándose de su capacidad -pagada o no- de viralización.

En este rubro y ante un usuario que puede parecer descobijado y atrapado en unas redes que podrían solo verle como un ente manipulable y/o monetizable, es donde entran los medios de comunicación, y es donde da la cara El Tiempo.

Es en ese escenario contradictorio del acceso completo y total a la información, que en el mejor de los casos genera sobreinformación y en el peor desinformación, donde, desde su trinchera monclovense, El Tiempo libra una batalla para mantener actualizado con el más estricto apego noticioso a sus usuarios.

Aunado a esto, en El Tiempo tenemos consciencia total de los más de 60 mil perfiles de Facebook, Instagram y Twitter que integran nuestra comunidad y que saltan del otrora concepto del anonimato, para volverse también parte de la generación, redacción y distribución de una noticia.

En el Tiempo, tenemos claro que quien vive tal noticia es el propio usuario; aquel que se ve implicado en decisiones políticas, económicas, educativas o culturales, y aquel que está siendo afectado o busca exponer una problemática social.

En ese sentido, nuestros usuarios de El Tiempo, pueden tener clara convicción de que el contenido presente en nuestras redes sociales es su vida reflejada en la pantalla, y que cada que interaccionan o comparten ese contenido, aquel hecho noticioso sobre el cual se está informando, llega a más usuarios y cobra mayor relevancia.

Por tanto, en El Tiempo nos apegamos a las buenas y rigurosas prácticas periodísticas, y entramos a la arena virtual con el inquebrantable compromiso de evitar las “fake news”, de darle espacio a cada uno de nuestros usuarios, de permitir que cualquier engranaje disfuncional sea visible y demostrar que también en la red, nosotros y tú somos aliados.

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