La única líder de la oposición bielorrusa que no está en el exilio, María Kolésnikova, es optimista sobre el futuro de las protestas democráticas. Y es que cree que, al recurrir desesperadamente al Kremlin, el presidente, Alexandr Lukashenko, demostró su debilidad a ojos de sus ciudadanos.
“Es una muestra de la debilidad de Lukashenko, que intenta convencernos con un Kaláshnikov en la mano que es un hombre fuerte, pero todos saben que no es así”, comentó en el cuartel general de la oposición en Minsk.
Kolésnikova cree que esa imagen que dio la vuelta al mundo -Lukashenko con un fusil- tuvo un efecto totalmente contrario al que pretendía el autoritario dirigente, admirador de Stalin y que llegó al poder en 1994.
“Los bielorrusos están preparados para el maratón de protestas”, comentó después de que el domingo más de 100,000 personas inundaran por tercer domingo consecutivo las calles de Minsk en una marcha pacífica que desafía las amenazas de Lukashenko.