El oscuro pasado de las violaciones a los derechos humanos en la dictadura cívico-militar uruguaya (1973-1985) sigue saliendo a la luz. En vísperas del Día Internacional del Detenido Desaparecido, la confesión de un coronel retirado, hecha en 2006 y oculta hasta ahora, relata "ejecuciones" y "apremios" que, tras décadas, irán a la Justicia.
Uruguay, que goza de una democracia plena -una de las mejor consideradas en el mundo-, mantiene hasta la fecha un manto de impunidad del que gozan altos cargos militares que, en tiempos de terrorismo de Estado, asesinaron, torturaron e hicieron desaparecer a cerca de 200 personas de las que aún no hay rastro.
Tras un pedido de información, días atrás, al Ministerio de Defensa, la organización Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos durante la dictadura recibió las actas del Tribunal de Honor del Ejército en 2006 con las confesiones del coronel retirado Gilberto Vázquez.
Lo que iba a ser un tribunal para hablar sobre su fuga del Hospital Militar donde estaba detenido terminó siendo una extensa confesión de crímenes de los que, según el estremecedor documento difundido, no solo no se arrepiente, sino que se siente orgulloso.
"Nosotros ejecutamos, no asesinamos, son cosas diferentes. Nosotros no torturamos, nosotros apremiamos porque no había más remedio. El mínimo imprescindible para sacar la verdad, porque no había otra forma de combatir y estoy orgulloso de lo que hice", confiesa.
Admite que él solo era un soldado que hizo "lo mejor" que pudo y que en su conciencia no existe remordimiento ya que estaba en "una guerra".
"Le van a enseñar a mis nietos que yo era un asesino y yo no soy ni un asesino ni un hijo de puta (...) Tuve que matar y maté y no me arrepiento. Tuve que torturar y torturé con el dolor en el alma y me cuesta muchas noches dormir acordándome de los tipos que cagué a palo, pero no me arrepiento", enfatiza.
Asimismo, aclara hechos negados por altos mandos militares, como el Plan Cóndor, en el que las dictaduras del continente suramericano trabajaron conjuntamente para intercambiarse detenidos y colaborar en la desaparición de personas, y su participación en un vuelo militar para trasladar a uruguayos, hoy desaparecidos.