El jueves, el mandatario dará el discurso de aceptación de la nominación desde la Casa Blanca, una declaración que terminará con fuegos artificiales en el cielo de Washington.
La convención republicana que empezó este lunes en Estados Unidos no fue más que el inicio de cuatro días de festividades y adoración al líder único del partido: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El mandatario fue coronado oficialmente como candidato a la reelección, en voto unánime y sin fisuras, lo que demostró la conquista total del Partido Republicano, un ente que ya está hecho a imagen y semejanza del trumpismo.
La otra idea que quedó clara de la primera jornada de convención fue que el plan de Trump, en lugar del "optimismo" prometido en días anteriores, será instaurar el miedo y el peligro en el discurso, y erigirse como ya hizo en 2016 como el único que puede salvar a Estados Unidos. Esta vez, el enemigo es un Partido Demócrata que va a hacer lo necesario para ganar las elecciones y convertir el país en un régimen "socialista", que quiere quitar fondos a la policía, dejar pasar indocumentados, poner fin al muro, a decir por los discursos de la noche de este lunes.
"Están intentando robar la elección a los republicanos", dijo el presidente en un discurso por sorpresa en Charlotte (Carolina del Norte), sede de una minúscula parte que todavía será presencial de una convención que ha hecho malabares para congeniar los deseos de olor de multitudes del presidente y la responsabilidad sanitaria por la pandemia.
Trump, para distanciarse más de su rival Joe Biden, decidió viajar para agradecer en persona la nominación: en parte para continuar con la retórica de que el demócrata no sale de su "sótano", en parte para poder tener los momentos de mitin tradicional que tanto lo energizan y no puede tener por la pandemia.
El robo que los demócratas están organizando, según Trump, tiene como herramienta principal el Covid. "Están usando el Covid para estafar al pueblo estadounidense, a nuestra gente", dijo sin pruebas, lanzando las insinuaciones —igual que hizo en 2016— de que, si no gana las elecciones, será prueba de que el sistema está "amañado". Esta vez, además de por la pandemia, por la expansión del voto por correo.
A pesar de que Trump afirmó hace unos días que la convención iba a ser más "optimista" que la demócrata de la semana pasada, volvió al discurso del miedo, a las calamidades que pueden pasar si gana Biden, de quien dijo convertiría el país en un régimen "socialista", empujado por una "izquierda radical" que, según el mandatario, se ha adueñado del Partido Demócrata. "No quieren armas, no quiere petróleo ni gas. No quieren a Dios", refirió Trump de los demócratas.
El antisocialismo será uno de los temas principales de la convención, con presencia cada día en boca de testigos de migrantes de Cuba o Venezuela.
Del resto poco se sabe, más allá de que habrá "algunas sorpresas"; que estará plagada de la familia Trump (al menos uno de los familiares del presidente hablará cada una de las cuatro noches, incluido un primogénito —Donald Jr.— que la noche de este lunes llamó a Biden "monstruo del Lago Ness" y no escondió sus intenciones políticas futuras); que Trump aparecerá todas las noches y que faltarán grandes figuras del Partido Republicano que han desechado el viraje hacia el trumpismo, como el expresidente George W. Bush.
El jueves, el mandatario dará el discurso de aceptación de la nominación desde la Casa Blanca, una declaración que terminará con fuegos artificiales en el cielo de Washington.
No se esconde que la convención republicana será más "el show de Trump" que la clásica convención política, tanto que el partido decidió no redactar ni actualizar la plataforma política con la que se presentará a las elecciones: es suficiente con abrazar la que se hizo en 2016, sin tocar una coma.
Sin lineamientos políticos concretos, la campaña se limitó a difundir medio centenar de prioridades, como la creación de 10 millones de empleos en 10 meses, desarrollar una vacuna contra el Covid a finales de año y "volver a la normalidad en 2021", una lista de deseos para la que el equipo de campaña todavía no ha desarrollado —o no ha difundido— el plan para concretarla.