Al menos ocho personas han fallecido y otras tantas están desaparecidas debido a las riadas que han afectado los dos últimos días a la provincia de Giresun, en el norte de Turquía, anunció hoy el Ministerio del Interior.
Las lluvias torrenciales que comenzaron a caer el sábado por la tarde causaron una fuerte crecida del riachuelo de Aksu, que arrasó varios pueblos a lo largo de su cauce, destruyendo carreteras y puentes.
Las aguas derribaron 17 edificios y dañaron otros 360, llenado muchas calles de barro y piedras y sepultando numerosos vehículos bajo aludes de fango.
Según cifras del servicio de emergencia turco AFAD, unas mil personas participan en las tareas de socorro, durante las que se ha rescatado a 157 personas, doce de ellas heridas, que habían quedado atrapadas o afectadas por la riada.
La escarpada orografía de esa región, una zona montañosa cerca del mar Negro, a unos 800 kilómetros al este de Estambul, convierte a menudo las lluvias fuertes en riadas destructivas.