Un paquete de medicinas y otro con comida llegan a las afueras de Santa Cruz, la ciudad boliviana más golpeada por la pandemia, para alivio de familias necesitadas que ven como los voluntarios de Control Rotondas se acercan con ayuda.
"Bolivia está sumida en el abandono total en el tema de COVID-19", asegura a Efe Kitita Roca, una de las sesenta voluntarias que se reparten en una decena de brigadas que recorren la ciudad, la mayor de Bolivia con más de millón y medio de habitantes.
Las ayudas públicas no siempre llegan a barriadas humildes como La Favela, donde Controla Rotondas se encuentra a personas aisladas en sus casas que padecen el nuevo coronavirus y necesitan alimentos o comida.
"En casa podemos combatir al coronavirus", es uno de los lemas que se leen en los uniformes de los voluntarios.
Roca explica que les entregan gratis un "kit" de medicamentos como ivermectina, ibuprofeno y aspirina, tras una revisión médica que incluye la toma de temperatura y controles de cómo oxigenan.
La visita de los voluntarios incluye además el reparto de alimentos para quienes los necesiten, tanto para familias como para ollas comunes en el barrio.
Los brigadistas, como se denominan entre ellos, no han sufrido bajas por contagios de la enfermedad que hayan frenado su labor solidaria, comenta la voluntaria.
Santa Cruz es la capital de la región del mismo nombre, la más afectada en Bolivia por el nuevo coronavirus, que acumula casi la mitad de los más de 65.000 casos de la enfermedad confirmados en el país y la mayor parte de los más de 2.400 fallecidos.
La ciudad, capital económica de Bolivia, sufre además los efectos de más de cuatro meses de cuarentena, con restricciones que han mermado la actividad y dejado a mucha gente sin ingresos.
La labor solidaria de grupos como Control Rotondas, que se nutren de donaciones, algunas institucionales, como la Alcaldía de Santa Cruz, y otras de empresas o gremios de algunos mercados, supone una ayuda para quienes se han quedado sin recursos y necesitan medicinas o alimentos.