Fue una generación de talentos perdidos.
Si bien, alcanzaron la gloria a temprana edad con la Selección Sub-17 en 2011, gran parte de esa generación se quedó en el olvido, con varios jugadores que nunca despuntaron y que se fueron quedando en el camino en su carrera como futbolistas, de las cuales se esperaba fueran en el futuro figuras del Tricolor Mayor, pero que diversas circunstancias se lo impidieron a lo largo de estos últimos nueve años.
De aquella generación de 21 jugadores campeones del mundo, solo cuatro jugadores en 2020 están en un equipo de Primera División en Liga MX con regularidad: Carlos Guzmán (Necaxa), Antonio Briseño (Chivas), Kevin Escamilla (Toluca) y Alfonso González (Monterrey).
Marco Bueno, Carlos Fierro y el portero Richard Sánchez, se encuentran actualmente en el extranjero; Bueno como delantero del Oriente Petrolero en Bolivia y Fierro como atacante del San José Earthquakes de Matías Almeyda en la MLS, mismo caso del guardameta Sánchez pero en el Sporting Kansas City.
Del resto, hay jugadores que nunca cumplieron las expectativas, como Julio Gómez cuyo equipo más reciente es el Coras Tepic de la Liga Premier en México y su constante irregularidad le costó nunca despuntar; Jonathan Espericueta está en el Puebla pero no tiene minutos en el primer equipo desde el Apertura 2018.
Francisco Flores, lateral derecho, tiene su último registro en los Tiburones Rojos de Veracruz en 2019.
Ni qué decir de Giovani Casillas que en Chivas tuvo pocas oportunidades y actualmente juega en el Real Zamora de la Liga Premier, o del caso de José Tostado, que merece desarrollarse totalmente aparte, ya que problemas familiares ligados al narcotráfico terminaron por interferir directamente en su carrera, misma que lo tiene prácticamente en el retiro ya que su último equipo fue Murciélagos en 2016.
Uno más es Marcelo Gracia, que su último registro en la Federación Mexicana de Futbol es con los Loros de Colima pero en la Liga Premier en 2019, donde tuvo una actividad regular.