Mientras muchos extrañan los besos y abrazos que les robó la cuarentena por el nuevo coronavirus, el luchador mexicano Galeno del Mal echa de menos dar y recibir golpes en el ring, y escuchar aplausos e insultos del público por igual.
«No saben cuánto extraño estar en un ring, estar con el público y ¡pum!, un trancazo (golpe) a uno, un trancazo a otro», dice a la AFP el joven de 18 años tras un breve entrenamiento con Hijo de Dr. Wagner, su hermano mayor.
Ambos practican en una arena de lucha libre propiedad de su familia en Nezahualcóyotl, suburbio cercano a Ciudad de México.
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Cubierto por tejas de zinc, el lugar quedó vacío hace dos meses ante las medidas para contener la propagación del virus, que hasta el martes dejaba en México 5.666 muertos y 54.346 contagiados.
«Extraño pegarles a luchadores, que me peguen también, me gusta mucho que me peguen», añade Galeno del Mal con su máscara tricolor y un gesto de entusiasmo como si de repente las bancas metálicas se llenaran de gente.