A días de su cumpleaños número 40, el padre Paulo Adrián Sánchez Valencia, narra los pormenores de su trayectoria en su vida sacerdotal
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ERIKA GONZÁLEZ/ REPORTERA
NADADORES.- Será este 10 de agosto cuando el padre Paulo Adrián Sánchez Valencia cumpla un año más de vida, así que en entrevista exclusiva con el PERIÓDICO EL TIEMPO, dio a conocer los pormenores de su trayectoria de vida sacerdotal.
¿Cuándo nació usted Padre?
Un 10 de agosto de 1976
¿En dónde inició su carrera sacerdotal?
Fue en Coatzacoalcos, Veracruz.
¿A qué edad inició?
A los 16 años me trasladé al seminario del Sagrado Corazón de Jesús, donde realicé varios apostolados como pastoral educativa, auxiliar en prefectura, ministerio de la parroquia de San Patricio, así como desempeñé mi cargo siendo profesor en el Colegio María Diocesano, de saltillo, diacinado en dos etapas de San Patricio y San José de Cuatro Ciénegas.
¿A dónde lo han trasladado?
Me han enviado a Sierra Mojada como coordinador del Diácono Jesús Eduardo en el 2016, después me enviaron como párroco en Cuatro Ciénegas, General Cepeda, San Francisco de Asís en Frontera, y actualmente en Nadadores.
¿Qué es la vida sacerdotal?
"La vida del sacerdote es una vida apasionante. El sacerdote siempre vive en el misterio de una llamada que se realiza en la debilidad; todos los sacerdote hemos experimentado la grandeza de nuestra llamada y ministerio y la debilidad humana en el ejercicio del mismo".
¿Qué les diría a los jóvenes para que se unan a la iglesia y tengan su vida sacerdotal?
"No se van a sentir defraudados, todo lo contrario serán inmensamente felices. Servir al Señor es el don más grande que podemos recibir. Arriesgados a seguir a Cristo en el sacerdocio", finalizó.
Por último agregó diciendo sobre la importancia de los seminarios; que en estos "los candidatos al sacerdocio han de ir convirtiéndose en testigos de esta misericordia (de Dios), para esto han de tener una vida de intimidad con el Señor, esmerando cada día su formación, y acercándose a los hermanos, compartiendo con ellos sus gozos y esperanzas, como sus angustias y sufrimientos".
"El seminario ha de ser escuela del Evangelio, donde se inicie a los futuros sacerdotes en las virtudes propias del sacerdocio: la fe, la esperanza, la caridad, la oración, la disponibilidad, la pobreza, una vida según un corazón indiviso, la misericordia", puntualizó.