El propietario y gerente general de los Dallas Cowboys, Jerry Jones, comparó hace algunas semanas a su quarterback Dak Prescott con Tom Brady, por su capacidad para ganar partidos. El domingo, Prescott tendrá la oportunidad de demostrar que las palabras de su jefe no fueron un despropósito.
No será una misión sencilla para el mariscal de campo de Dallas, quien está en su cuarto año dentro de la liga y goza de su mejor temporada como profesional. Encabeza la liga con 3,221 yardas aéreas y 21 pases de touchdown, de cara a su viaje a Foxborough para medirse a la mejor defensiva de toda la NFL. Prescott acumula 841 yardas, siete pases de touchdown y una intercepción en sus últimos dos partidos.
Sin embargo, los Patriots (9-1) no han permitido más de 240 yardas desde la primera semana de la temporada y acumulan 19 intercepciones a cambio de apenas cuatro anotaciones por la vía aérea en todo el calendario. Los Cowboys (6-4), ganadores de tres de sus últimos cuatro partidos, tienen en su arsenal un arma capaz de hacerle daño a un equipo de New England cuya mayor “flaqueza” estriba en ser el décimo mejor equipo en defender la carrera.
El corredor de Dallas, Ezekiel Elliott, es octavo de la NFL con 833 yardas, pero apenas acumula 92 en 36 acarreos durante sus últimos dos partidos. Elliott no es el único que pasa problemas a la ofensiva. Brady no ha brillado de acuerdo con sus elevados parámetros. El domingo anterior fue la primera ocasión en sus 20 años de carrera que Brady juega un partido completo y no lidera a los Pats en pases de touchdown.
De hecho, apenas acumula cuatro envíos de anotación en los últimos cinco compromisos de New England. Pero los problemas no se concentran únicamente en el pasador de 42 años, sino en un ataque que promedia tan sólo 21.3 puntos en cada uno de sus tres partidos más recientes después de sumar 31.8 unidades a favor en sus primeros siete encuentros.