Ciudad de México.– La influyente revista The Economist dice en un amplio artículo (titulado: “Por qué la izquierda de América Latina ama la economía petrolizada”) que la corrupción es un riesgo, pero hay buenas razones para que Andrés Manuel López Obrador explore con el petróleo después de que Enrique Peña Nieto dejó a Petróleos Mexicanos (Pemex) endeudada y saqueada.
“Hay buenas razones para que AMLO quiera explotar al máximo los recursos naturales de México. El petróleo puede ayudar a impulsar el crecimiento y llenar la hacienda pública. Pero lo está haciendo de una manera diferente a su predecesor, Enrique Peña Nieto, quien abrió el petróleo y el gas a la inversión privada, pero dejó a Pemex, la compañía petrolera estatal, endeudada y atropellada por la corrupción”, dice la publicación inglesa.
El texto de The Economist inicia con una cita de Vladimir Lenin en 1920: “El comunismo es energía soviética más electrificación”. Y un siglo después, agrega, “la metodología de Andrés Manuel López Obrador para la redención de México es su conferencia de prensa matutina, más petróleo. Quiere aumentar la producción de petróleo a casi la mitad y está listo para construir Dos Bocas, una refinería de 8 mil millones de dólares que será la más grande de su país. López Obrador defiende esto como un impulso a la seguridad y soberanía energética de México”.
The Economist dice que Jair Bolsonaro, el Presidente de extrema derecha de Brasil, afirma que el ambientalismo es un complot de izquierda. “El entusiasmo de los izquierdistas latinoamericanos por las refinerías de petróleo sugiere lo contrario. En Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, Presidente de 2003 a 2011, ordenó a Petrobras, la compañía petrolera controlada por el estado, que construyera cuatro de ellas. En Ecuador,
Rafael Correa realizó una actualización de 2.2 mil millones a una refinería. Ollanta Humala de Perú comenzó una actualización similar de 3.5 mil millones”.
En mayo, agrega, “el Gobierno de AMLO anunció que ningún postor privado había cumplido los términos para la construcción de Dos Bocas. Ahora será manejado, opacamente, por el estado. Está arrojando dinero público a Pemex sin requerir su reforma. En privado, los funcionarios admiten preocupación. Dos Bocas es una ‘pendejada’, admite una [funcionaria]. México no tiene problemas para importar gasolina de refinerías en la costa del Golfo’, dice David Shields, un consultor de energía en la Ciudad de México. El dinero se gastaría mejor en reparar refinerías existentes ineficientes o en expandir las redes de distribución de electricidad y gas natural”.