[quote]Su rival de la izquierda, Fernando Haddad, juró inmediatamente montar una oposición vertiginosa, mientras que los grupos defensores de derechos humanos advirtieron sobre un posible retroceso en las libertades civiles./quote]
VANGUARDIA / EL TIEMPOEn sus primeras palabras como presidente electo de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro prometió defender la Constitución y unir una población profundamente dividida.
Su rival de la izquierda, Fernando Haddad, juró inmediatamente montar una oposición vertiginosa, mientras que los grupos defensores dederechos humanos advirtieron sobre un posible retroceso en las libertades civiles.
La yuxtaposición destacó que el término de las elecciones presidencialesdel país no era el fin de la animosidad y al país más grande de Latinoamérica le deparan un sinfín de desafíos.
Bolsonaro pareció tratar de disipar esas preocupaciones el domingo por la noche y dijo que “pacificaría” a Brasil luego de unos comicios que revelaron profundas divisiones en la nación y que estuvieron marcadas por la violencia. El propio candidato fue apuñalado en un acto de campaña en septiembre y casi muere. Además, hubo varios reportes de violencia motivada por cuestiones políticas, sobre todo contra la comunidad gay.
“Este país nos pertenece a todos, a los brasileños por nacimiento o por corazón, un Brasil de diversas opiniones, colores y orientaciones”, dijo mientras leía una hoja de papel en un discurso transmitido en vivo.
Pero en una muestra de los desafíos que el presidente electo tiene por delante el #EleNaoEMeuPresidente (Él no es mi presidente) era tendencia en Twitter en Brasil el lunes por la mañana.
La victoria de Bolsonaro movió a Brasil, la cuarta democracia más grande del mundo, a la derecha luego de cuatro elecciones consecutivas en las que candidatos del izquierdista Partido de los Trabajadores ganaron.
Al igual que otros dignatarios de la derecha que han asumido el poder en distintas partes del mundo, Bolsonaro construyó su popularidad con una mezcla de comentarios escandalosos y ofensivos, junto con posturas de línea dura. Y, como muchos otros, es seguro que enfrente un duro rechazo por parte de los grupos preocupados de que sus opiniones intransigentes conduzcan a políticas que amenacen las instituciones democráticas.