CASTAÑOS, COAH.- Familias de la colonia Villas de Guadalupe continúan soportando los fuertes olores que se desprenden de las aguas negras que brotan por la calle Cerro de Tepeyac esquina con del Santuario por la falta de reparación de la línea de drenaje que el Sistema Municipal de Agua y Saneamiento SIMAS no ha puesto interés por reparar el daño.
Alrededor de diez familias de la colonia Villas de Guadalupe tienen que soportar las pestilencias que se desprenden de las agua negras que brotan de la línea de drenaje que se encuentra dañado desde hace meses ya que las autoridades del Sistema Municipal de Agua y Saneamiento SIMAS, no han acudido hacer nada al respeto.
Tanto es el mismo caso de la colonia California en donde las familias siguen con el mismo problema que les ha complicado hasta el estado de salud de cinco niños quienes han resultado afectados por los fuertes olores de las aguas negras.
“Ni salubridad ni el personal de SIMAS nadie ha hecho nada al respeto las aguas negras, siguen brotando y sólo nos dicen que van a venir a solucionar el problema pero nomas vienen ven el detalle y se van sin reparar el daño, ya nos cansamos de andar vuelta y vuelta a SIMAS y nomás no nos dan respuesta las evidencias ahí están”, comentó Rosa Carmen Tovar, vecina de la colonia California.
Por otra parte María Elena Cantú, habitante de la colonia Villas de Guadalupe, dijo “Desde hace varios meses seguimos con este mismo problema situación que afectad a muchas familias y ya ni podemos encender los abanicos porque los olores se meten hasta dentro de las casas ni estamos a gusto son insoportables día y noche”.
Blanca Carrillo, vecina de la colonia Villas de Guadalupe, añadió que las aguas negras se regresan por el sanitario de su vivienda, ya que por el exceso de brotes buscan la manera de salir por cualquier lado, situación que está afectando demasiado.
Habitantes de estos sectores hicieron el llamado a las autoridades correspondientes a que acudan a realizar la reparación de estas líneas de drenaje ya que es demasiado molesto vivir bajos la pestilencia y sobre todo con el temor de que los niños sean lo más afectados.